Se acariciaban, se abrazaban, se revolcaban, jugueteaban como si fueran dos cachorritos. Era tal el cosquilleo que sentian cuando se rozaban que ponía de punta el poco vello que tenían.
Una pareja feliz caminando por la calle pero aquella pareja era diferente. No era humana, al menos no formaban un humano completo, eran solamente dos manos.
Eran dos manos que caminaban juntas apoyando sus cuatro dedos como si fueran piernas mientras se cogían entrelazando los pulgares.
Ellas caminaban y caminaban. Viajaban juntas y descubrían nuevos mundos. Siempre juntas.