Queridos profesores que alguna vez me suspendieron:
Me dirijo a ustedes, años después, para exponerles de buen grado lo siguiente:
Que habiendo yo pasado por sus aulas, fui obligado a hacer deberes, trabajos y exámenes. Durante aquellos momentos fui sometido a una gran presión e indignación cuando, no contentos con ello, era suspendido en algún examen.
Ahora, habiendo superado una carrera universitaria, algo que por supuesto habría conseguido antes de no ser por vuestros atropellos os propongo que el representante de los profesores exprese de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados y pida perdón por todo el daño cometido.
Reciban ustedes un cordial saludo.
Manuel Cordero Ojeda